¿QUIÉN NOS ROBÓ EL MES DE ABRIL?

30 de Abril del 2020 a las 18:30 Escrito por Jaime Aguilera

Publicado en Tribuna de Diario Sur de 30 de abril de 2020

https://www.diariosur.es/opinion/robo-abril-20200430001526-ntvo.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.es%2F

 

«La vida es extraña a veces, o para ser más precisa, es extraña casi siempre». Así comienza la investigación de Petra Delicado, cuya lectura inicio en plena pandemia.Y es verdad. La vida es extraña. Llevaba meses planeando mis cincuenta abriles y de pronto todo se ha trastocado: el mundo se ha convertido en un calcetín al que se le ha dado la vuelta por completo. Es verdad, la vida es extraña casi siempre: me han robado el mes de abril, cómo pudo sucederme a mí.

Y creo que a muchos nos está sirviendo para descubrir, más si cabe, tres reflexiones que revolotean todo el día en mi cabeza alrededor de tres palabras.

 

Vida. Nuestra rutina diaria, nuestras prisas mundanas nos llevan a olvidar lo más importante: estamos vivos. La ausencia de la normalidad vital nos lleva ahora a valorar lo que dábamos por hecho. Un paseo para ir al trabajo, un café en buena compañía, un beso a una madre, una escapada para ir al cine, la salida de la Pollinica, el viaje que ya estaba planeado… Pensábamos, pensamos, que todo era, que todo es normal, que no es nada extraordinario: qué equivocados estábamos, qué equivocados estamos. Si de algo nos va a servir el mes de abril robado es para que una vez que se consigamos detener al ladrón, veamos con unos nuevos ojos, abiertos y agradecidos, la mercancía robada y recuperada: una mercancía en forma de de caminata, de café, de beso, de largometraje, de Domingo de Ramos o de billete de tren que ahora sabemos mejor que es puro oro en paño que debemos contemplar maravillados una y otra vez, porque en cualquier momento nos lo pueden robar, como el mes de abril.

Fragilidad. Se está convirtiendo casi en una obsesión. La frase hecha de «no somos nadie» de tantas veces repetida se ha quedado hueca. Es ahora cuando pensamos de verdad en esta expresión y recobra entonces toda su realidad fatal y su cruel contenido. Nuestros sueños de grandeza, nuestra vanidad de vanidades, nuestras proyecciones vitales dadas por cumplidas de pronto se derrumban al comprobar nuestra extrema debilidad en la inmensidad del universo. Y eso nos debería servir para que, ya, desde ahora mismo, antes de esperar siquiera a que nos devuelvan el mes robado, seamos más humildes, más conscientes de la fineza del hilo vital de nuestra existencia.

Dolor. Los informativos se convierten en una sopa de números y de estadísticas. Pero no son números: son miles de personas en nuestro país las fallecidas, las ingresadas en hospitales, las infectadas, miles. Miles de sanitarios los que están luchando con impotencia, con riesgo y con pundonor, miles. Miles de familiares las que no se pueden despedir de a su padre, de su madre, de su hijo metido en un ataúd anónimo en un Palacio de Hielo, miles. Y es entonces cuando nos invade ese dolor helado, agudizado por las cuchilladas de la rabia, por los disparos del miedo, por el desgarro de la impotencia. No podemos ignorar: seremos más dignos de nuestra vida presente con el mes de abril robado si en todo momento acompañamos con nuestras palabras y nuestro más profundo respeto a todos los que están sufriendo de forma tan inmisericorde. No podemos olvidar: seremos más dignos de nuestra vida futura con el mes de abril recuperado si conservamos en nuestra memoria todo este sufrimiento, todo: el de los que murieron y el de los los que han conservado la fragilidad de la vida.

¿Quién nos ha robado el mes de abril? Sabemos quién ha sido, y estoy seguro de que el destino nos lo devolverá, será entonces cuando saborearemos con más fruición que nunca las cinco letras de un mes que está lleno de vida, primavera y esperanza, porque nunca pensamos que nos lo podían robar, pero lo han hecho.

Mientras tanto, nos descuidemos el presente de una primavera que ha nacido huérfana, pero que nos conmina a sacar lo mejor de nosotros mismos para con los demás, para reconocer su esfuerzo, su dignidad, su dolor: porque justamente nuestra grandeza queda mucho más a la vista en los meses de abril robados.

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