MUERTE EN MÁLAGA DE UN CICLISTA

8 de Febrero del 2021 a las 19:50 Escrito por Jaime Aguilera

Publicada en Tribuna de Sur el 6 de febrero de 2021

 

Hace ya unos treinta años paseaba tranquilamente por un calle de Viena cuando, de pronto, dándome un susto de muerte, un ciclista comenzó a gritarme en alemán como un loco mientras no paraba de tocar el timbre de su bicicleta para que me apartara. No entendía lo que pasaba hasta que caí en la cuenta de que casi sin darme cuenta (la falta de costumbre) era un peatón que había invadido un carril bici. Porque hace treinta años, como mínimo, ya mucha gente utilizaba la bicicleta en la capital austríaca y circulaba por carriles bici, cuando en España era pura ciencia ficción.

Hace venticinco años comencé a trabajar en Sevilla, y placenteramente me iba por la mañana en mi bicicleta hasta el Cerro del Aguila. Nunca olvidaré la frase de un compañero de despacho: da vergüenza y es indigno que un letrado de la Junta de Andalucía venga a trabajar en una bicicleta.

Afortunadamente los tiempos han cambiado y ya son muchas las personas que acuden a su trabajo de forma saludable y ecológica: sobre dos ruedas. Hasta tal punto que hace cinco años, en esta misma Tribuna, invité a todos los malagueños a aprovecharse de una ciudad en la que, al contrario que en Viena, las bicicletas no son sólo para el verano.

Y en Málaga, tímidamente (todo hay que decirlo), se comenzaron a construir carriles bici, incluso se creo un red pública de alquiler de bicicletas con puntos de entrega y recogida en muchos puntos de la ciudad.

Y se comenzó a hablar, y a presumir, de Málaga ciudad inteligente (Smart city), ciudad ecológica, ciudad amante del deporte. Pero en el paseo marítimo Picasso, de forma absolutamente inexplicable, seguía sin haber un carril bici entre el Morlaco y Antonio Martín. Y yo seguía sufriendo, como peatón, las bicicletas que pasaban rozándome. Y yo seguía, como ciclista, sufriendo por no tener un espacio propio mientras me cruzaba con el propio alcalde que iba andando por la mañana temprano. Porque desde hace décadas seguimos esperando la solución más sencilla, un puñetero carril bici. Y me decían que es Costas no le daba permiso al Ayuntamiento para construirlo por el lado del paseo más cercano a la playa, y me decían que es que la Junta no le daba el dinero al Ayuntamiento para construirlo. Y entre todos el carril sin barrer anunciando la futura muerte del ciclista.

Y esa muerte llegó en el 2021, con un ordenanza que envía a los ciclistas al matadero de una calzada compartida con miles de coches que siempre llevan las de ganar: u

n “carril derecho lento”para biclicletas que en la práctica se ha convertido en un “carril derecho de adelantamiento”. Y los propios policías locales, mientras recriminan al ciclista que vaya por un paseo por donde no hay carril bici, ven con sus propios ojos cómo los coches adelantan por la derecha, no a más de 30 km por hora sino a más de 50; y encima miran con cara de superioridad a los obedientes conductores que no aprovechan esa inesperada vía rápida y expedita.

La situación es de locos, y lo único que puedo hacer, desde esta humilde tribuna, es pedirles que firmen en change.org contra esta locura y acudan con sus bicis a la manifestación que se ha convocado para el domingo 14 de febrero, día de los ciclistas enamorados.

Porque al menos nos queda el derecho a protestar para que, en la ciudad del paraíso, en la ciudad en la que tenemos el privilegio de que las bicicletas no son para el verano porque son para todo el año, no se escriba la crónica anunciada de la muerte de un ciclista.

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