LA GRANJA

13 de Mayo del 2008 a las 13:55 Escrito por Jaime Aguilera

El paisaje va dejando de ser llano y árido, poco a poco se va escarpando y tornando más húmedo y norteño.
 Al fondo, a la izquierda, el monasterio de El Escorial y la cruz del Valle de los Caídos. Atravieso el túnel de Guadarrama. En radio Segovia ponen seguidas varias cuñas neurológicas: tu  viuda, tus hijos y tus nietos no te olvidan, la “conducción” (del féretro, supongo) será a tal hora hacia la iglesia de San…
 Cuando uno reside en una ciudad, en la tranquilidad de que el tiempo de partir hacia otra todavía es lejano, se van postergando visitas que, al final, no se hacen. De esta forma se materializan paradojas que hacen que, por ejemplo, el japonés que visita la capital una semana incluye el Palacio de La Granja en su apretado y claustrofóbico itinerario y un servidor, por el contrario, deja pasar cinco años sin darse una vuelta por el Real Sitio.
 Sea como sea, hay ciudades y rutas que, como el desodorante, no te abandonan. Aunque te cases por la iglesia con otra, te perseguirán como ávidas amantes: y siempre tendrás que volver a ellas, y siempre habrá dejar un paseo sin pasear, precisamente para poder saborear algo nuevo en la siguiente visita obligada.
 Las aguas de abril, que podían haber sido mil y se han quedado en quinientas, han hecho que la primavera de La Granja reviente por doquier. Los álamos, los olmos, las hayas y los robles de sus jardines exhiben con descaro un verdor resplandeciente. Los arroyos corretean juguetones con el agua del deshielo. El mítico y krausista pico de Peñalara todavía no se ha deshecho de su gabán blanco de fina nieve.
 Me gusta más el jardín inglés, silvestre y asimétrico. Me gusta más que esta emulación borbónica del añorado Versalles; sin embargo, a pesar de estas cuadraturas artificiosas, la sombra alargada de los árboles, el frescor de la mañana y el rastro oloroso del arrayán te seducen obscenamente.
 En definitiva, todas las tramoyas de este regio escenario se preparan para acoger a los infantes cuando regresen para la función veraniega, en busca de temperaturas menos tórridas y mucho más hospitalarias.
 Quizás sea por mis querencias republicanas que no quiera volver en verano, que desee volver otra vez en algún otoño lánguido y dorado.

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87 Comentarios

  1. Fernado Correas dijo:

    ….este es de los tuyos Jaime, de los que defiende “La Gorda”

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