VILLA MAYA (y II)

26 de Marzo del 2019 a las 20:25 Escrito por Jaime Aguilera

Publicado en Tribuna de Sur el 26 de marzo de 2019https://www.diariosur.es/opinion/villa-maya-20190326200216-nt.html

Fue una de mis Tribunas de SUR más leídas. Tras seguirle los pasos por estar enterrado en el Cementerio Inglés a George Hutchinson, el inglés del cruce, el amigo de Porfirio. Tras leer el magnífico libro de Diego Carcedo sobre el Schindler de la Guerra Civil, y tras una conversación con mi cuñado en la playa, en julio del año pasado manifesté mi adoración y reivindiqué la figura de Porfirio Smerdou.

Muchos conocieron a este auténtico héroe a través de mis palabras, y yo me sentía muy orgulloso de haber aportado mi granito de arena a hacer justicia despertándolo de un olvido incomprensible.

En esta misma Tribuna pedí una película, un museo o al menos una mísera placa. Afirmaba que si Villa Maya, y todo lo que en ella aconteció, hubiera ocurrido en Estados Unidos o en otro país europeo ya hubiera servido de base para varias películas. Por eso me puse muy contento cuando me llamaron de la productora Quinta Planta para entrevistarme para un documental sobre Villa Maya y su ilustre morador. ‘La lista de Porfirio’ se titula, y lo digo de corazón: es magnífico, no se lo pierdan.

Todos los días seguía pasando por Villa Maya. Y cada vez más gente conocía esta sencilla casita detenida en el tiempo. En unas jornadas sobre el edificio de la Subdelegación de Gobierno estuvieron presentes todos los refugiados que hicieron el corto trayecto entre Villa Maya y este edificio, entonces Hotel Caleta Palace.

Con una profesora del Instituto Mayorazgo diseñamos la idea de hacer un recorrido a pie con los alumnos: desde el propio instituto hasta Villa Maya, y allí, in sito, ante la misma casa que teníamos la fortuna de que se conservaba igual que en el año 36, contar una vez más la historia de Porfirio, la de su familia, la de sus refugiados. Y después, revivir el miedo a la muerte repitiendo el trayecto al Caleta Palace.

Porque una vez más afirmo que la única Memoria Histórica que me sirve es la que me lleve a tener claro que no se puede volver a repetir esta atroz lucha entre hermanos. Y sí algún sitio representa en Málaga la concordia y la lucha por la dignidad humana, no hay duda, ese sitio se llama, se llamaba, Villa Maya.

Los meses seguían pasando, la historia de Villa Maya seguía de boca en boca, después de tantos años, después de la ignominiosa desmemoria con una figura como la de Porfirio, que termina muriendo en el más discreto anonimato en El Escorial, por fin había mucha más gente que lo conocía. Había ocurrido algo parecido al caso de Chaves Nogales, personajes imprescindibles que no salieron a la luz porque no se posicionaron con ningún bando, y quizás por eso ninguno los reivindicó, porque sólo querían denunciar las muertes y las atrocidades por ambos bandos.

Me avisaron de que por fin se iba a emitir en Canal Sur el reportaje que he citado sobre Porfirio. A toda la gente que inmediatamente lo visionó le pareció estupendo.

Esa mañana la ilusión se renovaba porque una vez más, iba a pasar por Villa Maya camino del Instituto Mayorazgo. Pero tuve que apartarme y parar el coche. Mis hijos me preguntaron qué pasaba. No podía creerlo, justo en el momento álgido tras el reportaje de Canal Sur, como si hubiera sido una macabra coincidencia, Villa Maya había desaparecido: una enorme máquina se pavoneaba machacando y removiendo los escombros de la casa, los escombros de nuestro olvido.

No voy a echar la culpa a nadie porque es más que evidente que hay muchos culpables. Sólo me limito a constatar la realidad: ya no será posible, y había muchas formas legales para hacerlo posible, un Museo de la Concordia que, además de ser un magnífico reclamo cultural en un sector de la ciudad donde no hay ninguno, hubiera supuesto una herramienta valiosísima para nuestras jóvenes generaciones.

Tan dolido me vio mi familia que por la tarde, mi suegro me hizo un regalo muy especial: un ladrillo de la chimenea y un trocito de fachada de Villa Maya. No lo duden, los guardaré como oro en paño. Muchos han sido los indignados, y resulta casi sarcástico que ahora, con el crimen ya consumado, el Ayuntamiento de Málaga quiera poner una plaquita en la que a saber si se seguirá llamando Villa Maya. Resulta irónico que días después de consumarse el derribo, el Ayuntamiento de Málaga quiera otorgar la medalla de la ciudad a título póstumo a Porfirio, a buenas horas medallas verdes.

Lo que habría que hacer sería expropiar el solar y levantar una réplica de lo que fue Villa Maya, aunque me temo que de los tres deseos de aquella mañana luminosa de julio: la película, la placa y el Museo de la Concordia, solo se me van a conceder los dos primeros.

Villa Maya. DEP.

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DOS SIGLOS DE GOBERNADORES CIVILES DE MÁLAGA

26 de Marzo del 2019 a las 20:21 Escrito por Jaime Aguilera

Publicado en Tribuna de la Historia de Sur (Sur digital) y en edición impresa el 24 de marzo de 2019.https://www.diariosur.es/sur-historia/siglos-gobernadores-civiles-20190320134635-nt.html

Con ocasión de una jornada de puertas abiertas en la Subdelegación del Gobierno, se me invitó a repasar el anecdotario y las curiosidades de los casi doscientos gobernadores civiles en casi doscientos años. La primera conclusión es evidente, en una historia tan convulsa como la española, tres de ellos solo permanecieron tres días en el cargo, y solo uno de ellos superó los ocho años en el mismo. Es más, uno de ellos, Melchor Ordónez, terminaría siéndolo cinco veces; y pasaría a la historia por ser el primero en promulgar un reglamento taurino y por su curioso castigo a todos los borrachos de Málaga: en la plaza de las Cuatro Calles (hoy de la Constitución) les obligó a beber seguido nada más y nada menos que 16 cuartillos de agua (unos ocho litros).

A poco que se bucee, con más curiosidad que rigor científico, en la historia de los jefes políticos, de fomento, subdelegados de gobierno o gobernadores civiles en Málaga, que también el nombre ha ido cambiando, salta a la vista dos grandes grupos. El de las sublevaciones por un lado, y el de los artistas por otro. Porque de todo ha habido en esta viña del señor bisecular.

 El estreno del primer grupo fue por todo lo alto. En 1831, Vicente González Moreno («el verdugo de Málaga»), en varias cartas firmadas con el sobrenombre de Viriato (otro traicionado, por cierto) engaña a su antiguo compañero Torrijos convenciéndolo de que toda Málaga lo espera a él y a su gente con los brazos abiertos. El resultado de la traición es de sobra conocido: todos fusilados en las playas de San Andrés.

 Porque en Málaga hay que tener cuidado con los 18 de julio, con los veranos y con los años que terminan en 36. Y si no que se lo digan al Conde de Donadío: al terminar la procesión del Carmen, el 16 de julio de 1836, se inicia un tumulto en contra del nombramiento de Istúriz como Presidente del Gobierno, el gobernador, el Conde de Donadío, ordena a la guarnición cargar contra la multitud. El resultado se le vuelve en contra: el gobernador termina asesinado (por cierto, el heredero del título de este condado es el cantante Bertín Osborne). Años más tarde, en agosto de 1856, el gobernador Domingo Velo tiene que huir embarcando en los Baños de Diana y es destituido por haberse puesto al frente de una sublevación. Más adelante, el 18 de julio de 1873, el gobernador Francisco Solier se pone al frente del Cantón Independiente de Málaga: el segundo que más perdurará tras Cartagena, ya que terminará con la detención de Solier por parte del general Pavía en septiembre. Otro 18 de julio, el de 1936, a José Antonio Fernández Vega le tocará gobernar el caos de una fatídica y cruenta guerra civil en una Málaga republicana: terminará en un campo de concentración francés junto a Lluis Companys, la Gestapo lo devolverá a Málaga y finalizará su vida en la mayor fosa común de esta guerra: San Rafael.

 

Por otro lado, pasando al segundo grupo de los artistas, podemos citar en primer lugar a Víctor Balaguer, el trovador de Monserrat, gobernador de Málaga entre el 12 y el 22 de octubre de 1868: toda una figura de la literatura de la Reinaxença catalana que llegará a ser ministro varias veces. Al igual que Ríos Rosas, el de la calle y la parada de metro en Madrid, que llegará a ser académico de la RAE, embajador y presidente del Congreso de los Diputados, pero antes de todo eso será gobernador en Málaga. También será gobernador el escultor malagueño Adrián Risueño o el militar, diputado y escritor sevillano Fernando Gabriel Ruiz de Apodaca.

Caso curioso es el del gobernador Antonio Cánovas del Castillo, malagueño y sobrino del famoso presidente del Gobierno con el mismo nombre. Un día deja su vida política en Málaga y se marcha a Madrid, como Antonio Banderas, porque quiere ser artista. Y se convertirá en un pintor de pseudónimo Vascano y, sobre todo, en un famosísimo fotógrafo llamado Kaulak, Dalton Kaulak, reclamado por la nobleza y el mismo Alfonso XIII: nadie se acordará entonces de que era sobrino de Cánovas o de que años atrás fue gobernador de Málaga.

Algo parecido le ocurrirá a Alberto Insúa, el que no será recordado por ser gobernador civil de Málaga en la II República, entre 1933 y 1935, sino por ser un prolífico escritor y periodista, hijo, marido y padre de escritores. Un autor que comenzó con la novela erótica: La mujer fácil, y que alcanzaría el éxito total con una novela suya llevada tres veces al cine, una de ellas con la misma Conchita Piquer: me estoy refiriendo a El negro que tenía alma de blanca, la obra que, según la publicidad de la época, «emocionó a las multitudes» con «un problema de amor sin solución», «un drama eterno, humano, siempre de palpitante actualidad».

Aunque la historia más triste de un gobernador de Málaga es la del intelectual, poeta, periodista y dramaturgo sevillano Manuel Cano y Cueto, que versiona en castellano las Historias extraordinarias de Allan Poe. Después de alcanzar la fama, las distinciones, el prestigio y el honor, de pronto, un día, se muere su amada esposa y su único hijo. La profunda pena le llevará a la más absoluta pobreza y a la locura: morirá de tristeza en la sección de dementes del Hospital Civil de Málaga.

Pero terminemos contentos. Felices por tener ahora en el gobierno civil a alguien que no ha sido ni conde, ni marqués, ni mariscal de campo, ni escritor, ni fotógrafo; y sin embargo es especial y es la primera vez que se da en casi doscientos años: por fin una mujer, la hija de un farero.

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