UN NOBLE ARTE BAJO MÍNIMOS

28 de Mayo del 2007 a las 12:32 Escrito por Jaime Aguilera

La “clase política y los partidos políticos” se encuentran entre los cinco problemas que más preocupan a los ciudadanos, por detrás de terrorismo, paro, inmigración y vivienda. Según el barómetro del CIS de marzo, el 16 % de los ciudadanos la considera un problema, casi cinco puntos más que en febrero, y es que, a pesar de que muchos de este gremio piensan lo contrario, la gente, las personas normales, no son estúpidas.
Se supone que la función principal de esta casta nacida para gobernar es resolver los problemas y ahora, mira por donde, ellos en sí mismos son un problema. Se supone que se les paga -sí, sí, se les paga- para resolver preocupaciones como la inseguridad ciudadana, y ahora resulta que su propia existencia en una angustia mayor que la citada inseguridad ciudadana. En palabras del castizo: peor el remedio que la enfermedad.
Dice Umbral que olvidamos que un político muchas veces es una persona que gana un sueldo por ser político, o sea, vamos, que si le quitan su nómima va al paro: por lo que hará lo posible, como todo buen cristiano, para seguir sin engrosar las listas del INEM. De ahí que muchas veces dejan de mirar al ombligo de sus vecinos y sólo se miran el que tienen en su barriga: así, cuando se les invita a que comenten este dato peligroso del CIS, ellos, erre que erre, lo obvian escurridizamente y hablan sólo del problema del terrorismo, y se vuelven a echar los trastos a la cabeza, y otra vez volvemos al principio.
Creo sinceramente que todos son culpables, empezando por los dos grandes partidos y terminando por las minorías nacionalistas. Se está rompiendo el difícil y destilado espíritu de consenso que reinó en La Transición, un paradigma que ha sido imitado y digno de admiración en todo el mundo se está viniendo al traste treinta años después. Por no hablar de ETA, que medio siglo después sigue frotándose las manos al ver como sus enemigos del estado opresor español siguen divididos: divide y vencerás, mascullan detrás de sus pasamontañas cobardes.
Los curas, que también, al igual que los políticos, van en busca de almas y de votos, en el Concilio Vaticano II llaman a la política “ese arte difícil y tan noble”. Qué pena que en los tiempos que corren se haya convertido en un arte fácil y chabacano.

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