“FISH AND CHIPS” EN DUBLÍN

12 de Mayo del 2010 a las 10:09 Escrito por Jaime Aguilera

Se está haciendo de noche en el barrio dublinés del Temple Bar. Las calles comienzan a llenarse de gente: gente con ganas de fiesta, o simplemente –como yo- con ganas de convertirse en el mirón curioso y anónimo de los más atractivos monumentos de las ciudades: las personas que la habitan.

Me decido por pedir un “fish and chips” al estilo tradicional y tomármelo en plena calle. Me acuerdo de mi tío Pepe, que siempre me dice que qué buenas están las patatas, y que si tuvieran el precio de los langostinos todavía sería más apreciado su sabor deliciosamente suave y almidonado.

Dos de los muchos músicos que tocan en plena calle han decidido hacer una alianza. Un pacto, más de alcohol que de sangre, que los hace gritar y bailar estrambóticamente al unísono.

Lo que acabo de darme cuenta es lo bien que saben andar las mujeres españolas cuando llevan tacón alto: o por lo menos, en comparación odiosa con las irlandesas, auténticas muñecas horteras pelirrojas de porcelana que a duras penas se mantienen en pie, y parece que de un momento a otro caerán sobre el asfalto convertidas en mil pedazos.

Las patatas fritas están buenísimas, pero el pescado no se queda atrás.

Unos cuantos alemanes se quedan mirando a varias irlandesas que van disfrazadas en lo que supongo que será una despedida de soltera. Un español pasa hablando por el móvil.

Comienza a llover y me obliga a refugiarme en una marquesina. Hace más frío, pero eso le da igual a un matrimonio ya mayor que, en manga corta los dos, me preguntan en inglés –convencidos de que soy del barrio- que dónde está el local con mejor música.

Los taxistas con el volante a la derecha van haciendo una cola en la noche ya cerrada. Una rumana recoge su acordeón y se marcha a casa.

Un vagabundo, cuando me ve comiendo en un escalón, me envía un saludo cómplice mientras una mujer con velo musulmán pasa apresurada.

Después de uno de los mejores “fish and chips” de mi vida, me tomo una chocolatina de postre. Y ante la mirada de un grupo de catalanes que me observan como otro monumento más de la calle, enciendo mi pipa, con pausa, con fruición.

Categoria: Artículos |

179 Comentarios

  1. Fernando Correas dijo:

    Deberias escribir una novela en ese estilo, por que no, comercial, la verdad es que activas la pantalla de la imaginación y te situas alli como lector. Además de enganchar, el relato entretiene.-

  2. Belén dijo:

    Totalmente de acuerdo. Acabo de entrar por primera vez al blog para aprender la canción de Provi y aún estoy aquí enganchada…

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